En la noche Espada vaga por las callejuelas luego de su hora de dormir y se codea con los lobos de la sociedad. Invierno lo busca y lo extraña, quiere envolverlo en ese calor que no tiene.
Espada regresa al amanecer, Invierno lo observa en silencio desde su lecho y vuelve a dormir, ahora acompañado de una tranquilidad reposada, sueña con Verdad y le da gracias.
Espada a cambiado, su lengua ha perdido filo y su corazón no posee ya el fuego de un guerrero. Su alma está cansada, aunque solo ha recorrido un corto camino; pero su brazo ha caído como lanza demasiadas veces, y él quiere escapar de ese nombre: de esa carcasa que le da sentimientos y un rostro que ya no le pertenecen.
Se hunde en Invierno para dormir, cambia de piel cuando el frío sana su corazón. Ahora es un animal fiel y dócil, espera a Invierno con ansiedad mientras se arropa con su propio cuerpo de Perro.
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