Mi padre se había ido sin decir adios la semana de Nochebuena y al no regresar empezamos la búsqueda cerca de las montañas. Su muerte fué un ladrillo en el estómago de muchos pero para mí no fué más que la confirmación de lo que sospechaba, mis enemigos planeaban acabar con mi existencia sin quitarme la vida; pero arrebatandome todo lo importante que tuviese en ella.
La policía lo declaro asesinato sin necesidad de autopsia, solo con ver sus entrañas desmadejadas alrededor de los pilares de soporte de la construcción podías deducir que no habia sido una muerte natural. Prometieron a mi madre que la investigación hallaría al culpable y este sería castigado justamente.
No sabían que el culpable indirecto se encontraba allí enjugando las lagrimas de la mujer a la que se dirigían.
Esa noche recibí una carta que me hizo empacar mis cosas immediatamente, no iba a dejar que sucediera lo que me habían prometido. "Ella es la siguiente," decía en la parte de atrás de una fotografía de mi hermana. La amaba demasiado como para hacerla sufrir. Era tiempo de terminar todo y entregarme a ellos.
Partí casi a la medianoche y miré atrás solo una vez luego de salir de la casa. La amargura de mi corazón se disipó con el ultimo vistazo y dije adios mentalmente. Ya no los volvería a ver, pero sabría que estaban a salvo.